Bereshit 1-5
Pero no miró así a Caín ni a su ofrenda. Por eso Caín se enfureció y andaba cabizbajo.
Entonces el SEÑOR le dijo: «¿Por qué estás tan enojado? ¿Por qué andas cabizbajo?
Si hicieras lo bueno, podrías andar con la frente en alto. Pero si haces lo malo, el pecado te acecha, como una fiera lista para atraparte. No obstante, tú puedes dominarlo.» (Gén. 4:5-7 NVI 1999)
¿Cómo Caín pudo haber evitado el asesinato?
Caín, el primogénito de Adam y Javá, pasó por una crisis muy profunda. Su ofrenda al Eterno no había sido bien recibida. El problema no era que al Eterno no le gustase lo que él ofreció, sino los motivos de su corazón cuando lo ofreció. El Eterno ve lo que hay en el corazón y la razón que hay detrás de las acciones. Para Él no es lo más importante lo que hagas, sino por qué estás haciendo lo que estás haciendo. Caín dio una ofrenda, pero no fue bien recibida. El texto que nos ocupa dice que el Eterno no miró a Caín y su ofrenda. Primero se trata de Caín y luego de su ofrenda. El Eterno no miró con agrado a Caín y por eso no pudo recibir su ofrenda. ¿Cuál fue el problema de Caín? Sus motivos no eran correctos. Su corazón no estaba entregado al Eterno. Buscaba sus propios intereses y no los del Eterno. Presentó una ofrenda por causa de sí mismo o por causa de lucir ante los demás pero no por tener un corazón recto ante el Eterno. El Eterno no se impresiona por las acciones exteriores sin kavaná – intención adecuada.
Acuérdate de esto, querido discípulo:
No es lo que hagas lo más importante delante del Eterno sino el POR QUÉ lo estás haciendo.
Ahora, el Eterno, que no puede ser engañado, quiso aprovechar la ocasión y enseñar a Caín una lección importantísima que pudo haber salvado su vida y la de su hermano. De alguna manera expresó que no se agradó de él ni de su ofrenda. Pero, en lugar de revisar su corazón y de cambiar su actitud – hacer teshuvá – Caín optó por seguir su inclinación al mal – el yetser hará – y dejar lugar para una ira que le quemaba de tal manera que su rostro cayó. El texto hebreo dice literalmente que su rostro cayó. ¿Qué pasa cuando el rostro cae? Pienso que se trata de tres cosas; primero, la expresión de la cara cae por causa de un cambio de postura de los músculos faciales; segundo, una mirada hacia abajo o desviada; tercero, una cabeza inclinada hacia abajo.
Cuando la ira llenó el alma de Caín, ya no pudo tener una cara alegre. Toda su expresión corporal hablaba de lo que había en su interior. El Eterno le pregunta por qué está ardiendo de ira y por qué su cara está caída. Y de esta manera le dio una oportunidad para reflexionar y cambiar de actitud – hacer teshuvá. Pero en lugar de hacer caso a las correcciones del Eterno, siguió su camino de maldad. El Eterno le dio una palabra muy precisa para no tener que seguir en su camino a la muerte y escoger la vida. Con esa palabra Caín hubiera podido elegir otro camino. ¿Cómo? Por medio de hacer una elección interior de cambio de actitud. El Eterno dijo que Caín tenía la posibilidad para dominar el mal que estaba deseando tomar control de todo su ser. Caín podía haber dominado la ira. Caín podía haber impedido que su rostro cayera. Caín había sido creado para ejercer dominio en este mundo y también en su mundo interior donde había una guerra entre el bien y el mal. HaShem le dio la llave para salir de su cárcel de pecado. ¿Cómo podría haberlo hecho? Por medio de escoger lo bueno y decir no a la ira, la envidia y el deseo de dañar al hermano. Se trataba de una elección. ¡Qué poder tenía Caín en su interior! HaShem le dio autoridad para dominar el pecado en ese mismo momento cuando el mal estaba invadiendo su alma.
Pero Caín no quiso cambiar, y las consecuencias fueron desastrosas.
Dos cosas podemos aprender de esto. Primero, si el pecado quiere dominar nuestra alma, tenemos la capacidad dada por el Eterno para decir NO y optar por el bien. No podemos echar la culpa a nada ni nadie si pecamos, porque nosotros somos responsables por haber dejado lugar al mal en nuestra alma. Si optamos por el bien aunque nuestras emociones estén ardiendo en nuestro interior, el Eterno nos ayudará a dominar nuestra mente y superar el pecado y sus consecuencias desastrosas. Hace falta un poder muy grande para dominar su mente, más que para la conquista de una ciudad, como está escrito en Proverbios 16:32: “Mejor es el lento para la ira que el poderoso, y el que domina su espíritu que el que toma una ciudad.” (LBLA) Ese poder está en el interior del hombre. El Eterno dijo a Caín que podía dominar el pecado. Por eso sólo él era responsable por haber negado el bien y optado por el mal y sus consecuencias. El mal empieza en nuestro interior y en el interior es dónde tenemos que vencer la batalla entre el bien y el mal.
La segunda cosas que podemos aprender de esto es que al Eterno no le agrada un rostro caído. Él nos creó para estar alegres y no deprimidos ni caídos ni amargados. Nosotros podemos optar por no dejar caer nuestros rostros en los momentos de lucha y de adversidad en la vida. NOSOTROS podemos optar por otra cara y levantarla.
¿Cómo podemos hacer esto cuando tantas cosas pesadas invaden nuestra alma en muchas ocasiones? La respuesta está en el Salmo 121:
Cántico de ascenso gradual. Levantaré mis ojos a los montes; ¿de dónde vendrá mi socorro?
Mi socorro viene del SEÑOR, que hizo los cielos y la tierra.
No permitirá que tu pie resbale; no se adormecerá el que te guarda.
He aquí, no se adormecerá ni dormirá el que guarda a Israel.
El SEÑOR es tu guardador; el SEÑOR es tu sombra a tu mano derecha.
El sol no te herirá de día, ni la luna de noche.
El SEÑOR te protegerá de todo mal; El guardará tu alma.
El SEÑOR guardará tu salida y tu entrada desde ahora y para siempre.
La introducción de este Salmo dice que es un cántico de ascenso. Es un cántico que te ayuda a subir at las alturas espirituales. El canto de alabanza al Eterno es la única manera que yo he encontrado que me puede ayudar a no dejar que las emociones negativas invadan mi alma en los momentos de crisis. Si le alabo a pesar de lo negativo Él me ayuda a poder levantar mi rostro como está escrito en el Salmo 43:5: “¿Por qué te abates, oh alma mía, y por qué bramas contra mí? Espera a Dios; porque aún tengo de alabar a quien es la salud (o salvación) de mi rostro, y el Dios mío.”
Que tu rostro siempre esté levantado,
Ketriel
Por: Ketriel Blad
Via: gracias a la lista toramesiánica
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