La expectativa judía de la llegada de un agente mesiánico libertador (El Mesías) ha estado presente en el imaginario teológico de la fe hebrea antes de la era cristiana, pero a su vez, ha pasado por herencia a la expectativa cristiana, que en realidad, es la misma expectativa judía pero exponenciada, corregida y aumentada a la luz del mesianismo de Jesús el galileo crucificado.
Cuando Jesús muere en el madero, el hervidero de la expectación mesiánica seguía en ebullición, para los ojos socio-político-religiosos de los judíos, Jesús era un pretendiente más que se unía a la causa libertadora pero que lamentablemente, al morir, fallaba en sus pretensiones. Los seguidores de Jesús dieron vuelta a la expectativa de liberación, la depuraron y la convirtieron en una suerte de vaivén escatológico. Los judíos ajenos al mesianismo de Jesús al ver una tras otra el fracaso mesiánico y ante semejante destrucción de su vida religiosa en el 70-132 e.c. optaron por lo más viable y prohibieron hacer cálculos para la era del Mesías:
Rabi Samuel hijo de Najmani dijo en nombre de Rabi Jonatán, “¡Que se pudran los huesos de aquellos que calculan el fin! Porque ellos van a decir que puesto que llegó el momento predeterminado y que él aún no ha llegado, eso significa que nunca vendrá. Mejor es esperar por él, tal como está escrito: ‘A pesar de que se demore, lo esperaré’ (Is 30:18).” [T. Sanhedrin 97b]
Se estaba prohibiendo el cálculo de la era venidera, fue una consecuencia asumida pero como se ve aun mismo en los escritos mesiánicos, también fue una necesidad y una herramienta exegética. Pero esta actitud rabínica también fue precedida por los apocalípticos por antonomasia, los autores de los textos qumranitas, que habían concebido la idea de que, "el día y la hora" no estaba sujeta a cálculos, esto se desprende de una referencia de los textos de Qumram a que Dios no deja que se conozca la revelación de los días postreros y el profeta Habacuc a quien se le estaba dando revelación, él mismo es impedido a conocerlo sino que el Maestro de Justicia lo revelará a su tiempo:
Y dijo Dios a Habacuc que escriba lo que sucederá a la generación final, pero Él no le permitió conocer cuando será el tiempo del fin ... Esto se refiere al Maestro de Justicia, a quien Dios ha dado a conocer todos los misterios de Sus palabras dadas a sus siervos los profetas ... Los últimos días se prolongarán, y superarán lo dicho por medio de los profetas; por los asombrosos misterios de Dios. [1QpHab 7:1-8]
Ya para la mitad del siglo I e.c. esta expectativa era de uso corriente y así se manifiesta en la declaración puesta en los labios de Jesús:
Pero de aquel día y de la hora nadie sabe, ni aun los ángeles que están en el cielo, ni el Hijo, sino el Padre. (Mc 13:32)
Cuando los rabinos prohíben los cálculos es sobre la base de una tradición que censuraba el uso indiscriminado de dicha expectativa, porque esta animaba a una esperanza, pero cuando la misma caía estrepitosamente en su falta de cumplimiento podía causar desánimo, por esta razón es que los rabinos bloquearon las mediciones de la era por venir. Ahora que, no confundir con que se perdió la expectativa, que ya en el siglo XII continuaría reafirmándose aun en los círculos judíos piadosos con los principios de fe de Maimonides. Los seguidores de Jesús por su parte iban a ejercer su ardua labor teológica de sostener esa expectativa en Jesús convirtiendo el fracaso del madero en una victoria de esperanza escatológica como un Mesías oculto tal cual como estuvo oculto precedido a la creación esperando, ahora, su parusia o segunda venida. Esta concepción judaica se apoya también en la teología judía extraída en textos como 2 Baruc y 4 Esdrás que hablan de un Mesías esperando a ser manifestado, aguardando los días posteriores:
"Y será que después de estas cosas cuando se cumple el tiempo del advenimiento del Mesías, que ha de volver en gloria." (2 Baruc 30:1, Apocalipsis de Baruc)
"Tú mismo vas a ser quitado del mundo de los hombres, y vas a permanecer con Mi Hijo y con los que, como ustedes, hasta el fin de los tiempos." (4 Esdrás 14:9, Apocalipsis de Esdras)
De las 7 cosas preexistentes a la creación del mundo (T. Pesajim 54a) según los sabios judíos, el nombre del Mesías era una de ellas por lo que, aguarda su manifestación, los seguidores de Jesús se harían eco pues de esta idea de ocultamiento mesiánico y justificar la parusia. En la tradición judía midrásica sobre un texto de Isaías quedaría manifestado así:
"El Rey Mesías nació cuando la creación del mundo, ya que el Espíritu de Dios estaba sobre la faz de las aguas, y el Espíritu de Dios es el Rey Mesías como está escrito: Se posará sobre él el Espíritu de Dios (Is 11:2)"
Sobre esta base teológica, en la carta de Jacobo o Santiago, que atestigua un judeomesianismo no tan paulino, se logra vislumbrar de forma exponenciada la expectativa del Mesías oculto ahora en Jesús, pero que no se sabe su manifestación, se exhorta a permanecer serenos:
"Por tanto, hermanos, tened paciencia hasta la venida del Señor. Mirad cómo el labrador espera el precioso fruto de la tierra, aguardando con paciencia hasta que reciba la lluvia temprana y la tardía. " (Stgo. 5:7)
Sea que el Mesías está oculto en Roma (T. Sanhedrin 98a), como una tradición judía llegó a expresar o que aguarda en los cielos como afirma la teología mesianista de Jesús se enmarca en la expectativa judía y desprenderla de ello servirá de poco para tratar de comprender lo uno y lo otro de esta antigua esperanza judía.
Saludos,
.David .Mena